Artículos de Arte
Faber est suae quisque fortunae
La aparición del Arte Románico en el Camino de Santiago
"No se entiende por peregrino sino aquél que camina hacia la tumba del señor Santiago, o vuelve de ella". Con estas palabras aludía, allá por el siglo XIII, el famoso escritor Dante Alighieri en su primera obra, Vita Nuova, a todos aquellos que efectuaban el viaje a Santiago de Compostela para venerar los restos del Apóstol Santiago.
Uno de los primeros peregrinos fue, Godesalco, obispo del Puy en Velay, que hacia el 950 llegó a Compostela al frente de un grupo de caminantes franceses, iniciando de esta manera los contactos espirituales entre pueblos del Occidente.
Iglesia de Santa María de Eunate, siglo XII, Navarra
Una de las fuentes más importantes para el estudio de todo aquello que se refiere a la peregrinación jacobea es el "Liber Sancti Jacobi", más conocido como "Códice Calixtino" por atribuirse, aunque sin fundamento, su realización al Papa Calixto II, tío, por cierto, del rey Alfonso VII de Castilla. Este libro, es una auténtica especie de "Guía Azul" medieval, fue realizado aproximadamente entre los años 1139 y 1173. Hoy se conserva en la biblioteca de la Catedral compostelana, ya que fue regalado por Aymerico Picaud, originario del Poitou y presbítero de Partnénay-le-Vieux, quien, de acuerdo con modernas investigaciones, parece ser el autor del mencionado libro en lugar del citado Papa Calixto. Recordar también que algunos estudiosos de la Historia jacobea han llegado a pensar que el "Liber Sancti Jacobi" pudo haber sido elaborado en el monasterio de Cluny para ser utilizado por los monjes benedictinos como un gran instrumento propagandístico de la orden en época medieval.
La senda jacobea ya estaba instituida anteriormente, por las idas y venidas a las tierras de Galicia y de León que eran ricas en minerales, y que en tiempos de los romanos ya se extraían de sus entrañas. Ahora bien, con el anuncio de las reliquias encontradas del Apóstol Santiago, este camino se va a convertir en motivo esencialmente religioso y basado en el culto y veneración de sus restos, incrementándose el número de gentes de lo recorren venidas de toda Europa.
Entre estas gentes vienen algunos artistas, en ocasiones reclamados por los mecenas antes indicados, que se instalan en el lugar, recibiendo en pago a su trabajo, propiedades en forma de casa y tierras, lo cual hace que se queden y funden una familia. Tal es el caso de los maestros Bernardo y Roberto, que dirigen la obra de Santiago de Compostela, o el del maestro Esteban que va de Santiago a Pamplona para dirigir su catedral. Ahora bien, la mayoría de los operarios, escultores, canteros y albañiles no se asientan en ninguna parte, por lo que debemos imaginárnoslos yendo de ciudad en ciudad, o bien, de monasterio en monasterio, formando grupos de trabajo multidisciplinares que trabajan en las obras que les van reclamando. Esto explicaría que pudieran ser construidas o esculpidas obras de evidente parentesco casi al mismo tiempo en lugares entre los que median varios centenares de leguas. Por lo que la ruta jacobea es, sin duda, recorrida por estos obreros.
Puerta del Cordero, siglos XI-XII, Real Colegiata Basílica de San Isidoro,
León
Otras veces, éstos cruzaron los Pirineos en uno y otro sentido, sin más ámbito que circunscribirse a alguna iglesia española en construcción. Por lo tanto, podemos hablar de un arte románico de la ruta de peregrinación a Santiago de Compostela, estrechamente ligado al desarrollo artístico del otro lado de los Pirineos y de una gran influencia languedociana.
El románico es un arte internacional que surge simultáneamente en diversos lugares de Europa, debido o como resultado, del periodo de ensayos que suponen los estilos prerrománicos en cada lugar, a los que hay que añadir influencias orientales que se reciben de Bizancio, de los árabes en España o más tardíamente, por el contacto de los cruzados con las viejas culturas de los Santos Lugares, en sus viajes de reconquista.
Hay que mencionar, no obstante, que durante mucho tiempo, el románico, fue considerado el fruto de la técnica y espíritu francés, que se difundió más tarde por toda Europa. Esto se creía que estaba unido a la expansión de los monjes benedictinos de Cluny, monasterio fundado en el 910 por Guillermo de Aquitania, durante los siglos XI y XII. Sin embargo, aunque hay que darle cierto mérito a los cluniacenses en la difusión del románico, no puede ser considerado una creación exclusiva francesa, ya que conviene tener presente en todo momento que muchas soluciones del románico están ya ensayadas en diferentes construcciones del prerrománico, y al mismo tiempo, tener en cuenta la unificación cultural que supone para Europa el Imperio carolingio, lo cual es un factor determinante para catalogar al estilo románico como de carácter internacional.
Puerta de Platerias, siglo XII, Catedral de Santiago de Compostela
El impulso definitivo para la implantación del románico en el norte y noroeste peninsular lo viene a dar, aparte de las peregrinaciones a Compostela, el monarca leonés Alfonso VI, gran partidario de las enseñanzas de Cluny, y que cambia en el Concilio de Burgos del año 1080, el ritual mozárabe en vigor, por el nuevo ritual romano, establecido por el Papado de Roma. Impuso la regla cluniacense en muchos de los monasterios, y designó obispos en diferentes pueblos y ciudades a religiosos franceses de esta orden, los cuales trajeron consigo las ideas y normas francesas que más tarde se reflejarían en el arte. Uno de los personajes más influyentes en todas estas reformas fue, sin duda, Bernardo de Sedirac, que llegaría a ser nombrado Arzobispo de Toledo.
Bibliografía
De Olaguer-Feliú, Fernando, El arte románico español, Ed. Encuentro, Madrid, 2003
Artículo publicado en Febrero de 2016 en la Revista Digital "Qué Aprendemos Hoy".
© Ramón Muñoz López