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Faber est suae quisque fortunae

El Jainismo

El Jainismo es una de las religiones más importantes que ha dado la civilización india y, sin embargo, es una gran desconocida en Occidente. Tiene muchas similitudes con el hinduismo, pero niega la autoridad de los Vedas, y tiene una cosmología y una antropología mucho más antiguas, que seguramente se remontan a época prearia en India.

La tradición jainista atribuye la difusión de su doctrina a 24 personajes míticos, llamados Tirthankaras ("hacedores de vados"), maestros iluminados que han mostrado el camino de la liberación del ciclo del nacer y el renacer. Solo existen evidencias históricas de la existencia de dos de estos maestros: Pārśhvanātha (el 23 Tirthankara) y su sucesor, Mahāvīra ("el gran héroe"). Este último según se cree, nació en Vaishali (Bihar) en el año 540 a.C., con el nombre de Vardharmāna. Después de practicar el ascetismo durante 12 años, alcanzó la iluminación y se convirtió en Jina ("victorioso"), término sánscrito del que procede la palabra "jainismo". Fue contemporáneo de Buda, y tanto el budismo como el jainismo, comenzaron a crecer al mismo tiempo.

Templos jainistas de Palitana, Gujarat, India

Mahāvīra fue quien reveló la doctrina religiosa que, frente al no dualismo hindú, propone un pensamiento dualista que considera que la existencia engloba dos sustancias, una animada y otra inanimada. El jainismo consiste en un método espiritual basado en su propia teoría metafísica y cuyo objetivo es liberar el alma, que considera que ha tenido la desgracia de caer prisionera en la tierra y de vivir como un animal o un hombre. Los Tirthankaras fueron los encargados de construir los puentes o vados por los que los demás pueden cruzar el río hacia la orilla de la salvación, que recibe el nombre de nirvāņa.

Después de la muerte de Mahāvīra, hacia el 468 a.C., comenzaron a producirse cismas. El más importante se dio en el siglo I d.C., que dividió a la comunidad jainista en dos sectas: la de los dīgambara (los vestidos de aire) y la de los shvetambara (los vestidos de blanco). La primera de estas sectas, mucho más ascética, interpretó el voto de pobreza del fundador de forma tan estricta que impuso a los devotos la obligación de prescindir de ropa, y así hasta ahora mismo se les puede ver andar desnudos por la calle, donde suelen tener un profundo reconocimiento religioso y social entre la sociedad. Esta comunidad se centró más en la zona de Karnataka que en otros lugares. En cuanto a la comunidad shvetambara, como bien dice su nombre, van vestidos de blanco, y tienen su centro en el estado de Gujarat.

Izq.: Tirthankara Jaina, Mármol, Museo Príncipe de Gales, Mumbai, India

Drcha.: Tirthankara Jaina, finales siglo XIII, Mármol, Museo Príncipe de Gales, Mumbai, India

Los civiles, debido a las numerosas restricciones a las que están sometidos los seguidores de esta doctrina jaina, en cuanto al contacto con elementos impuros y a la práctica de la no violencia, hizo que desde el principio, se dedicaran a actividades profesionales como el comercio, la metalistería, y trabajos relacionados con la cultura, la administración y todo tipo de servicios que no implicaran daño a otros seres. A pesar de su gran poder económico, deben de llevar una vida austera y patrocinar templos, universidades y hospitales. Los monjes y monjas deben llevar una vida itinerante y no permanecer en los monasterios más de tres días, exceptuando casos concretos. Su profundo compromiso exige votos de no violencia, adhesión a la verdad, abstinencia de robo, castidad y eliminación de cualquier tipo de deseo mundano. Para los más ortodoxos existe la obligación de llevar mascarilla para evitar la ingestión accidental de algún insecto, o de barrer el suelo según van caminando para evitar el riesgo de posar el pie sobre cualquier criatura viviente y causarle daño.

El peregrinaje a los lugares sagrados y la contemplación de las imágenes de los Tirthankaras supone para los jainistas una vía de purificación religiosa, de ahí la gran cantidad y calidad de los templos construidos por ellos, elevando la calidad del arte en los mismos a cotas muy importantes para el patrimonio artístico de India.

Las imágenes de los Tirthankaras son en general hieráticas, frontales y deliberadamente inexpresivas, siguiendo el principio jaina de inactividad total que propone como última meta de la vida alcanzar un estado incorporal, inmóvil e inerte. Estas imágenes se realizan para rendirles culto, ya que el efecto que produce su darśana (su contemplación) es la destrucción del temor.

Izq.: Santinātha (Tirthankara Jaina nº 16), año 1138, Mármol, Museo Príncipe de Gales, Mumbai

Centro: Mahāvīra (Tirthankara Jaina nº 24), siglo XII, Pizarra, Museo Príncipe de Gales, Mumbai

Drcha.: Ādinātha (Tirthankara Jaina nº 1) esculpido en la roca, Fuerte de Gwalior, India

Los materiales preferidos en el arte jaina son la arenisca y el esquisto, pero desde la antigüedad se hicieron piezas en bronce, alabastro y mármol blanco; este último muy apreciado por su blancura y nitidez, pues representa el estado de claridad y transparencia alcanzado por el cuerpo, reflejando la pureza y diafanidad del talante ascético de los jainas. Las imágenes, habitualmente desnudas, están representadas generalmente en dos posiciones: una en postura de yoga, y otra de pie, totalmente inmóviles. Son esculturas penetradas de una extraña calma intemporal, con una expresión fría y distante, que son inhumanas sin dejar de ser humanas.

Para distinguir a los 24 Tirthankaras en las imágenes que los representan, pues tienen todos la misma actitud y forma de representación, se recurre a símbolos o emblemas, así como al color del cuerpo y al animal que los acompaña. Este sinha o motivo simbólico lo lleva en el pecho y en el pedestal se suele representar al animal que le acompaña.

El arte jaina tiene sus orígenes durante el mismo periodo que el arte budista. Surgió bajo el reinado del rey Ashoka, y desde muy temprano se conservan esculturas que representan a sus Tirthankaras. Sus peculiaridades estilísticas y los materiales empleados en ellas coinciden con los de la escultura budista y posteriormente hindú, siguiendo la misma evolución.

Bibliografía

Fernández del Campo, Eva, El arte de India, Ed. Akal, Madrid, 2013.

Siliotti, Alberto, Norte de la India, Ed. Libsa, 2005.

Artículo publicado en Abril de 2017 en la Revista Digital "Qué Aprendemos Hoy".

© Ramón Muñoz López