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Faber est suae quisque fortunae

Los templos de Khajurāho

Los templos principales de Khajurāho, ya sean Śaiva, Vaişņava o jaimistas, representan el apogeo del estilo de templo del norte de India durante el periodo Hindú tardío. Los ejemplos más distintivos, y los más grandiosos de Khajurāho, son relativamente antiguos, fueron construidos entre el 950 y 1050 por la dinastía Chandella, que gobernó esta parte de la India y a la que se les debe estas construcciones. El Kaņdarīya Mahādeva, el Lakşmana y el Viśvanātha, todos ellos orientados hacia el este, son los templos de Khajurāho que muestran un desarrollo más pleno y son el cénit de la estructura unitaria de templos de India.

La planta de estos templos es una cruz doble con brazos de igual longitud. Un primer tramo de escalera conduce a la ardha maņdapa (porche) que da acceso a una pequeña maņdapa (sala abierta), seguida por una mahā maņdapa (gran sala abierta) de columnas, que a su vez lleva a la garbhagŗha (gran sala cerrada o sala del dios), con sus cuatro pilares centrales que soportan un esmerado techo tallado. El espacio alrededor de la garbhagŗha, con su pequeña antarāla (vestíbulo), precedida por dos pilares que acentúan el espacio del vestíbulo posterior contenidos y modulados por las paredes exteriores, crea un interior muy espacioso y racionalmente planeado, con frecuencia con buena iluminación gracias a los pasajes o cruceros que llevan a los balcones de la pradakshiņā (corredor exterior) tanto de la prāsāda (sala de ofrendas) como de la garbhagŗha. Los pasajes son de igual longitud, ya que la planta es una verdadera cruz doble.

Templo Lakşmana, año 954, Khajurāho, India

Las mayores variaciones en elevación se dan en las superestructuras de encima de las maņdapas y en el diseño y proporciones de las śikharas (elevaciones piramidales o cónicas) de múltiples chapiteles. Los tres templos se alzan sobre elevadas plataformas, en el Lakşmana la plataforma está decorada con largos frisos eróticos, de batallas y de la vida diaria.

El Kaņdarīya Mahādeva es el más grande de los templos, con una śikhara que alcanza los 31 metros por encima de la plataforma, además, estéticamente es el más logrado, y tiene una sobrecogedora monumentalidad. De perfil, parece llegar al cielo en virtud de los tejados de las maņdapas que se alzan progresivamente, culminando en la śukanāsa delante de la śikhara principal. La estabilidad queda resaltada primero por la inclinación hacia afuera anormalmente acentuada de las molduras inferiores de la basa, como si fueran a aferrarse a la plataforma, y después por sus líneas horizontales, y sobre todo por las de las superficies de las paredes con sus bandas continuas repetidas tres veces de largas esculturas de figuras. Al mismo tiempo, como en tantos templos de este periodo, grandes proyecciones en forma de arbotantes se alzan desde el suelo hasta más allá de la cornisa y terminan en puntos diferentes alrededor de la śikhara principal, que representa una imagen maestra de la montaña del mundo, el Monte Meru, rodeada por cumbres menores, que es la concepción básica del templo indio.

Izq.: Templo Kaņdarīya Mahādeva, hacia el 1025, Khajurāho, India

Drcha.: Templo Kaņdarīya Mahādeva, Planta y Sección en alzado, Khajurāho, India

A través de una toraņa que surge de las bocas de las makaras, por tanto una makaratoraņa, arqueada entre las dos columnas exteriores del ardha maņdapa (esto no se conserva en el templo Viśvanātha), el devoto entra a la maņdapa, ligeramente más amplia, con los bancos usuales y los respaldos de los asientos inclinados sobre los pilares. A la garbhagŗha se accede a través de una esmerada entrada, precedida por dos o tres escalones que elevan el nivel del suelo hasta el punto más alto del interior. El cuadrado de columnas de la garbhagŗha soporta a través de arquitrabes en círculo el trabajado techo tallado, rodeado por techos más pequeños. Aquí se sitúan las imágenes, colocadas de acuerdo con el ritual y las devociones del sistema tántrico Śaiva. En las paredes exteriores de la garbhagŗha hay dos o tres niveles de imágenes y sirvientes que se corresponden con los del exterior de la prāsāda, se cuenta que hay el asombroso número de 646 figuras en el exterior y 226 en el interior del Kaņdarīya Mahādeva, la mayor parte de las esculturas mide entre 75-90 cm. de altura.

Las paredes de otros templos importantes de Khajurāho, con plantas más simples y menos extensas, presentan las mismas hileras dobles o triples de escultura. Parte de ella es de rasgos muy característicos, todavía angular y más bien delgada desde el punto de vista plástico, tiene un especial carácter hierático y es innovadora en cuanto al atuendo y tocado. Las numerosísimas deidades de las paredes incluyen encarnaciones de Vişņu, Śiva, en diferentes formas, Māţrkās, deidades parivāra (es decir, situadas siguiendo preceptos estrictos) y las imágenes de dikpālas, en un número sin precedente de ellas con consortes. En general los dioses y diosas se distinguen por sus tocados, y las más memorables, son algunas de las incontables figuras femeninas, apsaras, en diversas poses: flexionadas, arreglándose el cabello, tocándose con el dedo un pecho o una ceja, mirándose en el espejo o con un pie levantado.

Izq.: Templo Kaņdarīya Mahādeva, hacia el 1025, Khajurāho, India

Drcha.: Templo Kaņdarīya Mahādeva, hacia el 1025, Esculturas de la fachada Sur, Khajurāho, India

Los múltiples grupos escultóricos entretenidos en complicadas y con frecuencia casi acrobáticas formas de unión sexual has sido motivo de especulación, llegando a las fantasías más desenfrenadas. La escultura erótica ha formado parte importante de la tradición india desde los tiempos más antiguos, abarcando desde hombres y mujeres erguidos en mera proximidad hasta retratos explícitos de todo tipo de actividad sexual. Aparece en edificios religiosos, en parte porque se considera de buenos auspicios, y está asociada con la fertilidad y la alegría. Con frecuencia el hombre indio de la calle dice que así se protege el templo de los rayos, lo que puede parecer risible en un primer momento; pero de hecho desempeñan funciones apotropaicas.

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Bibliografía

Harle, J.C., Arte y Arquitectura en el Subcontinente Indio, Ed. Cátedra, Madrid 1992

Artículo publicado en Marzo de 2018 en la Revista Digital "Qué Aprendemos Hoy".

© Ramón Muñoz López