Artículos de Arte
Faber est suae quisque fortunae
Vijayanagar
Desierta desde hace muchos años, Vijayanagar es uno de los emplazamientos históricos y arquitectónicos más importantes de India, la única ciudad antigua hindú de la que se conservan numerosos restos no enterrados, entre los que se incluyen docenas de edificios relativamente completos. Llamada con frecuencia por su nombre anterior, Hampi, la ciudad se extiende en un escenario fantástico de llanuras ribereñas de vegetación exuberante, colinas y enormes peñascos de granito, en un área rica en asociaciones antiguas y casi míticas. La ciudad consistía en un área "sagrada" con los templos de Kŗṣṇa, Virupāksha y Venkateīvara, un área "real" con palacios, zenanas, baños, los famosos establos para elefantes y el templo Hazara Rāma, cuyo fin era la adoración de la realeza, y un área residencial con edificios con los nombres de los reyes que los hicieron construir o de figuras divinas. Se trata de una urbanización a gran escala.
Templo Virupāksha, Vijayanagar, India
El área "sagrada" es la más montañosa, con santuarios colgados de grandes formaciones de roca o en barrancos por cuya parte alta sobresalen los peñascos. A través de las largas calles rectas que conducen a los templos principales, todavía distinguibles y algunas de más de kilómetro y medio de longitud, los carros de madera de los templos se arrastraban en los festivales; un carro semejante de piedra, con ruedas que simulan rodar de una manera realista, se alza delante del Hazara Rāma. De los edificios que se alineaban a lo largo de las rutas procesionales, algunos de dos pisos de altura, lo único que queda son pilares de piedra toscamente tallados, vigas y losas de tejado. Las paredes fueron originalmente sin duda de madera enyesada o cascotes, con estructuras de madera y techadas.
Izq.: Carro en piedra del Templo Virupāksha, Vijayanagar, India
Drcha.: Fachada frontal del Templo Hazara Rāma, Vijayanagar, India
Izq.: Fachada frontal del Templo de Kŗṣṇa, Vijayanagar, India
Drcha.: Fachada trasera del Templo Hazara Rāma, Vijayanagar, India
Las plataformas del área "real" eran verdaderamente monumentales. La mampostería, a menudo toscamente trabajada pero perfectamente ensamblada, deja paso a mayor altura a hileras con las mismas molduras finamente talladas que las que tienen los templos. Las áreas inferiores del Mahānavarni, la más grande de estas plataformas, presumiblemente una habitación con trono real o vestíbulo de audiencias, están talladas con largos frisos, algunos narrativos, de batallas, bailarinas e incluso caballos y sus domadores. En esta época, los caballos fueron la importación más importante del reino a través de los puertos del Konkan, ya que se necesitaban miles de ellos anualmente para el ejército. Pocos de estos animales no indígenas sobrevivieron a las condiciones de la zona y a la proverbial falta de experiencia de los indios en su cuidado. El granito impuso un relieve muy bajo para las esculturas; el estilo es atrevido y animado, con un importante elemento popular. Los escalones se conservan, pero no así los edificios, de modo que es imposible siquiera especular acerca de su naturaleza.
La ciudad de Vijayanagar se extendía en su momento de esplendor, hacia el 1509, sobre más de 26 km. cuadrados. Tenía extensos sistemas de abastecimiento de aguas, incluyendo un largo viaducto. Las paredes de piedra abundan, algunas de hasta 10 m. de altura y de grosor proporcionado, sobre todo en el área "real"; otras, de proporciones menos ciclópeas, se pierden por las tierras altas, todas ellas recuerdan la razón de ser militar de Vijayanagar, que después de la desastrosa batalla de Talikota, en 1564, ante los Sultanatos del Deccan, pusiera fin para siempre al poder de esta gran ciudad, la cual quedó inmediatamente desierta y abandonada hasta hoy día.
Izq.: Baños de la reina, Vijayanagar, India Drcha.: Lotus Mahāl, Vijayanagar, India
Es interesante pero no del todo inesperado el que muchos de los edificios seculares sean indo-musulmanes; los establos de los elefantes, por ejemplo, con una cúpula sobre cada pesebre, y el Lotus Mahāl con sus arcos apuntados y chhajjās con ménsulas. Hay incluso una entrada con una cúpula en una de las murallas de la ciudad. El pabellón por el que se accede al depósito de delante del templo de Kŗṣṇa es una excepción en cuanto a que es un híbrido total: los pilares son típicos del estilo Vijayanagar, pero hay una chhajjā recta en lugar de la kapota de doble curva, y encima hay réplicas en ladrillo de templos Kaliñga con nāsikas de arcos apuntados alineados como una hāra. La decoración en escayola es abundante. Se aprecia la diferencia importante entre el trabajo indio según la tradición indígena y el de la construcción siguiendo indicaciones islámicas en que muchos de estos edificios, o partes extensas de los mismos, se conservan hasta dos o tres pisos de altura, mientras que de las construcciones seglares exclusivamente hindúes no queda ningún resto excepto las basas. La tradición hindú erigía templos en piedra o ladrillo hasta alturas de más de 60 m., pero en cambio construyó siempre los edificios seculares, con la excepción de las basas, de materiales perecederos.
Izq.: Pilares en el Templo de Srirangam, Vijayanagar, India
Drcha.: Gopuram sur, Templo Sri Ranganathaswamy de Srirangam, dedicado a Viṣṇu, Vijayanagar, India
Las formas de los pilares y entrepaños de la maṇḍapa son especiales en el estilo Vijayanagar y la propia maṇḍapa es su estructura más típica además de ser, junto con la gopuram, la estructura que gozaba de mayor demanda conforme se extendieron las áreas del templo, con un aumento correspondiente en las actividades que tuvo lugar en el mismo y en los números de fieles y peregrinos que tenían que ser acomodados. Los templos principales se conservaban de un periodo anterior, pero el rasgo más distintivo de la maṇḍapa Vijayanagar, aparte de sus pilares y entrepaños, es la enorme kapota de curva inversa de la cornisa, que es un préstamo del Deccan.
Encima de las molduras de la basa, el pilar Vijayanagar consiste en secciones cuadradas alternando con otras de múltiples facetas, normalmente octogonales y complejas, la sección mediana con un número distinto de facetas de las de las bandas inmediatamente superior e inferior. De la parte inferior de cada sección cuadrada, en las esquinas, cuelgan pesados colgantes en forma de gota; desde la parte superior se alzan enormes nāgapadams; en el medio hay normalmente un solo mūrti en bajorrelieve, bailarina, etc. Los guiños visuales gozan evidentemente de gran popularidad. La ménsula es normalmente sencilla, con el colgante puşpabodigai preferido por el estilo Drávida desde el siglo XV en adelante. Esta columna, es muy versátil, incrementando la altura de cada sección cuadrada hasta formar un rectángulo (secciones de las que nunca hay más de tres) aparece alta, esbelta y elegante; si se deja baja y maciza, se convierte en la encarnación del poder y la estabilidad.
Pilares de caballos encabritados en el Templo de Srirangam, Vijayanagar, India
Izq.: Pilares de caballos encabritados en el Templo de Srirangam, Vijayanagar, India
Drcha.: Gopuram Vellai en el Este del Templo Sri Ranganathaswamy de Srirangam, Vijayanagar, India
Los entrepaños monolíticos de la maṇḍapa son a veces de una complejidad extraordinaria, pequeñas estructuras en sí mismos, con sus ricas basas, sus cornisas, sus entablamentos e incluso a veces una hāra. Algunas veces racimos de dos o más pequeños pilares tienen generalmente planta rectangular, con los yāĮis o caballos encabritados, siempre con jinete, brincando hacia adelante desde los estrechos extremos. Debajo una ménsula monumental de marcada curvatura se proyecta, bajo las patas delanteras de los caballos, y junto a ellos avanzan hombres armados u otras figuras. Una escuadra de curva inversa se encuentra a veces coronada por una segunda escuadra, que se proyecta todavía más lejos, en la forma de un atlante humano o animal. A pesar de su complejidad y de la talla esmerada, que recuerda el horror vacui que llevó a no dejar ni un centímetro sin decoración en la piedra de las maṇḍapas, contemporáneas de Gujarāt y Rajasthān, los enormes animales y figuras humanas casi de tamaño natural ofrecen no sólo diferencias inusuales de escala, sino también una vitalidad vibrante que es rara en la arquitectura o la escultura tardías de India. La mayoría de los grandes templos del sur de India, en especial Vellore y Śrīrañgam, tienen maṇḍapas con caballos encabritados. Curiosamente, los caballos con sus jinetes armados y los guerreros, encarnación del espíritu marcial de Vijayanagar, no se encuentran en la propia capital.
En otros aspectos el estilo Vijayanagar puede apreciarse con especial facilidad en la capital, porque aunque la mayoría de las vimānas y gopuram están sin fechar, todas las estructuras Drávida están incluidas dentro del periodo en el que la ciudad estuvo viva.
Bibliografía
Harle J.C., Arte y Arquitectura en el Subcontinente Indio, Ed. Cátedra, Madrid, 1992
Publicado en Septiembre de 2020 © Ramón Muñoz López